Al mediodía de hoy los medios informaban sobre el tenso inicio del “diálogo” en Cajamarca entre el Gobierno Nacional, representado por el Presidente del Consejo de Ministros Oscar Valdés, y el Presidente Regional Gregorio Santos, debido a que el Sr. Valdés no aceptaba la presencia de las organizaciones sociales no legítimas, en directa referencia al Frente de Defensa Ambiental de Cajamarca liderada por Wilfredo Saavedra. La historia concluiría accidentadamente unas horas después ante la no firma del acta del Presidente Regional cuando supuestamente había acuerdo entre las partes.
En principio, llama la atención que no se haya acordado previamente cómo se iba a desarrollar el erróneamente llamado proceso de “diálogo”; decimos erróneamente porque basta con ver algunos segundos de la reunión para darse cuenta de que se trata de una negociación política dura donde la posibilidad de generar confianza, mayor capacidad de escucha y aprendizajes mutuos ―características inherentes a todo proceso de diálogo genuino― es casi nula. Demás está decir que transmitir en vivo y en directo una negociación de esta importancia no es nada recomendable puesto que promueve el accionar rígido de las partes, quienes van a apostar más a reforzar s imagen de negociadores duros.
De otro lado, para que cualquier proceso donde se busca construir consensos genuinos funcione se requiere primeramente planificación, esto significa que las partes en el mismo plano de igualdad definan aspectos esenciales del proceso antes del encuentro cara a cara como: cuál es el objetivo del proceso de diálogo, qué principios deben guiar el proceso, qué información se requiere para que todas las partes dialoguen en mejores condiciones, quiénes deben de participar en el proceso, qué roles deberían tener, qué actores imparciales como los facilitadores o mediadores deberían ayudar a las partes, cómo se tomarán las decisiones, cuáles son las reglas de la discusión, cuál será la agenda de temas a discutir y cómo asegurar el cumplimiento de los acuerdos entre otros puntos. De lo presenciado podemos concluir que esto faltó.
Adicionalmente, lo que se nota de los videos televisivos es que el control del proceso estuvo prácticamente en las manos del Presidente del Consejo de Ministros, la forma de comunicarse así lo demuestra al responder al Presidente Regional sobre el pedido de incluir al Frente de defensa Ambiental en la reunión con un enfático “no voy a acceder a ese pedido”. Mi hipótesis es que al no incluir a esta organización se le dio la posibilidad a los líderes del Frente de Defensa a que hagan sus mejores esfuerzos por boicotear el proceso. De otro lado, es erróneo pensar en que solo las instituciones formalmente legitimadas son las únicas que deben participar en procesos de diálogo o negociación como este. Todo lo contrario, es sano para todo proceso de construcción de consensos dar cabida a los líderes que protagonizan la situación de conflicto para que sean copartícipes del proceso y que a través de su participación evidencien cuál es la verdadera agenda que impulsan. Excluirlos les da más bien la posibilidad de actuar soterradamente buscando atentar contra el proceso. Es mucho mejor tenerlos adentro que afuera. Adentro serán susceptibles de la discusión y del escrutinio de todos y allí se podrá definir claramente si están contribuyendo o no al dialogo. Los otros actores, entonces podrán actuar sobre ellos disuadiéndolos en su accionar si existe voluntad genuina de dialogar.
En conclusión, tengo la sensación que se trata de una reunión poco planificada donde una de las partes autosuficientemente ha intentado ejercer su poder sobre el otro. Ahora el Presidente Regional está solicitando un nuevo interlocutor, lo cual demuestra además la precariedad metodológica utilizada puesto que se habría agotado una instancia del más alto nivel, cuando debió acordarse otro rol para el Presidente del Consejo de Ministros y la interlocución a cargo de un grupo de ministros. Surge entonces la pregunta: ¿quién seguirá ahora en la cadena de interlocutores por el lado del gobierno nacional?
Es hora entonces de pensar en procesos mejor planificados y en los que participen desde su diseño todos los actores involucrados. Quizá la fórmula de conformar un equipo mediador constituido por una personalidad de la Iglesia la cual le de legitimidad moral al proceso, conjuntamente con un mediador profesional que aporte su legitimidad profesional, pueda ayudar a crear las mejores condiciones para reiniciar constructivamente el proceso.
Ivan Ormachea Choque
Presidente de ProDiálogo